corto y pego./
Como una mano que eriza sus falanges
/buscando el cielo con sus yemas
se cae tu espada,
Patroclo.
Como una mano que se crispa en el
/mismísimo instante de la Moira
se extiende tu mirada que se corta
/como el hilo.
Querido, amigo,
ahora sin vos
Yo.
Una voz en el campo de batalla
que grita.
Y yo.
Y yo qué puedo hacer.
Los poetas ya han escrito sobre esto:
El sudor y el aliento de los caballos al
/galope.
El polvo levantándose.
La sangre y el olor a muerte por doquier.
Ya las malas traducciones han cantado mi
/futura venganza,
mi desmesura, siempre lo mismo:
siete días y sus noches flagelando
/el cuerpo muerto de tu asesino, Patroclo.
Pero
no han mencionado
la pena extraordinaria.
Ahora sin vos
Amigo, Patroclo, Yo.
No han mencionado
el vino escanciado, la fiesta al frescor y
el calor del verano seco.
La pasión de los cuerpos guerreros
y las esclavas
y nosotros
amándolas, amándonos.
Ahora sin vos
Yo
Sin tu mano firme sobre mi cuello
Sin tu voz ardiente
Susurrante
como un niño egipcio, esclavo, sin su
/Alejandro.
Ay, Patroclo, qué haré yo.
cirujano: leonor silvestri
anestesista: el curso. mitología grecolatina. "patroclo" (2006. ed. voy a salir y si me hiere un rayo.)