domingo, 11 de marzo de 2007

A ella le gustan los hoteles.


“Partamos de la base de que a mí me encantan los hoteles. Me gusta mucho la vida de hotel, y también estar en los aeropuertos. Son lugares que mucha gente padece, pero a mí me resultan divertidos. Los hoteles te permiten tener una minivida: te vas a un lugar cualquiera, te llevás tu mejor ropa y vivís una fantasía perfecta que dura tres días”.
se trata, en sus propios términos, de una relectura “estilo hotel, como género”
Ambient 1: Music for Airports
pero la idea que daba vueltas por su cabeza durante la grabación estaba emparentada con la música funcional.
al tiempo que se ilusionaba: “Qué lindo tocar en el lobby de un hotel y que nadie me dé bola”.
Hace dos años finalmente se animó, lo encaró a Alan Faena y le propuso un espectáculo distinto para el living de su exclusivo hotel de Puerto Madero. Palabras más, palabras menos, le dijo: “Quiero reemplazar al típico pianista que toca cualquier tema en versiones horribles. Mientras las señoras comen sandwiches, en vez del pianista voy a estar yo”. El calvo emprendedor le dijo que sí al toque y ella salió a buscar músicos de urgencia. El primer domingo fue poco antes de Navidad.
El ciclo pintaba bien, pero concluyó de manera abrupta: “La pasamos divino, duró tres domingos, hasta que nos echaron por fumar un porro en la pileta”.

"La música que te gusta cuando sos chico queda para siempre: nunca más algo te vuelve a gustar de esa manera. Bueno, ésta es la música con la que hice flash. No creo que los ‘80 fueran la mejor década, tiene que ver con algo autorreferencial”, confiesa.
La malograda experiencia en el Faena la dejó con ganas de más.
“En principio, soy una persona a la que todo le chupa un huevo. Pero cuando salió el disco estaba lista para que me defenestraran. Porque vinieron los 40 años, la catarata de homenajes, los bossa n’stones y toda la sanata. Y de pronto quedé como si fuera parte de una corriente. Por suerte, no pasó”.
su principal pedido/indicación podría resumirse así: “Tocá como si fueras tu abuelo. Es un jazz simple, fuera de toda experimentación. Salvo cuando vino mi papá, que hizo algo muy volado, porque lo cafón no le sale”.
Lo cierto es que la precipitación de los acontecimientos y el azar mismo le permitieron dar con una de las claves del álbum: el tono con el que interpreta esas letras que sabemos todos y que ahora parecen cantadas en un nuevo idioma, o casi. “¿Viste que pasa algo con las letras? Van para otro lado, toman otro sentido. Pero lo de la voz sí que fue raro.
Y me salían feas: me estaba haciendo la cantante de jazz y quedaba una cosa muy forzada. Hasta que de pronto canté un tema muy suavecito, susurrado. Y todos empezaron ‘¡Así, seguí con lo que estabas haciendo!’. Entonces canté todo el disco de un saque, con ese tonito que había encontrado, porque al día siguiente me iba a olvidar cómo lo había hecho”.
Ella se limita a decir: “Disfruto mucho tocando mi música favorita. Cuando uno toca lo que compone se le va la vida en eso: la pasás mal. En cambio, esto es más relajado. Es raro, porque no me considero y nunca me consideré cantante. Pero soy fan de esas canciones y me da mucho placer poder cantarlas. Me quedaría todas las noches tocando en el living del Faena: es la música ideal para un lugar así. ¡No voy a fumar más, lo prometo!”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los aeropuertos y los hoteles son lo más.

Si vuelvo a escuchar ese invento sociológico berreta de los no-lugares (refiriéndose a aeropuertos, etc) voy a tener que dispararle al que lo diga.

amapola dijo...

a mi tb me echan
je